
Una tarde plena de preocupaciones en la costa de Puerto Madryn, cerca del balneario Yoaquina. Nótese el look tostadito del señor Sampirisi, su mate indudablemente cuyano; y las infaltables ojotas verdes a un costado de la carpita. Un buen recuerdo de la visita de un amigo del alma, que se animó a los 1680 kilómetros de ruta para vivir un poco de Patagonia, y "entrarle" a los corderos. (A propósito, ya es época de nuevo).
